Se registró un incremento en el número de crímenes de odio durante la primera mitad de 2025 en comparación con el mismo período del año anterior.

El informe del Observatorio Nacional de Crímenes de Odio LGBT+, publicado por la Federación Argentina LGBT+, reveló que entre el 1 de enero y el 30 de junio de este año ocurrieron 102 crímenes de odio motivados por la orientación sexual o la identidad de género de las víctimas.

Este dato representa un preocupante aumento del 70% respecto al mismo período de 2024, cuando se habían registrado 60 casos.

El estudio, además, destaca que las mujeres trans continúan siendo las más afectadas, representando el 70,6% de los casos, seguidas por los hombres gay cis (16,7%), las lesbianas (6,9%), los hombres trans (4,9%) y las personas no binarias (1%).

El 16,7% de los hechos registrados corresponde a vulneraciones al derecho a la vida, incluyendo asesinatos, suicidios y muertes derivadas de violencia estructural. Esta última se refiere, según el informe, a fallecimientos provocados por condiciones de precariedad, producto de una negación histórica y sistemática de derechos, que podrían haberse evitado.

El 83,3% restante corresponde a lesiones al derecho a la integridad física, es decir, situaciones de violencia física que no resultaron en muerte, incluyendo intentos de suicidio.

Según el informe, de los 17 casos vinculados a la vulneración del derecho a la vida, 4 fueron asesinatos (3 de hombres gay cis y 1 de una lesbiana), 3 correspondieron a suicidios (2 de hombres gay cis y 1 de una mujer trans), y los 10 restantes fueron muertes atribuibles a la violencia estructural, que afectaron a 8 mujeres trans, 1 hombre trans y 1 persona no binaria.

El reporte destaca que el 52,9% de las vulneraciones al derecho a la vida tuvieron como víctimas a mujeres trans, y reitera que los datos confirman que la violencia contra la comunidad LGTBIQA+ tiene un blanco claro: las mujeres trans, quienes “siguen siendo quienes sufren la forma más brutal del odio y la discriminación estructural, manifestada en prácticas que continúan arrebatándoles la vida con una saña alarmante”, afirma el informe.

En sus conclusiones, el documento sostiene que la violencia política contra la diversidad sexual constituye una práctica sistemática de persecución, sostenida a través de discursos de odio que, en ocasiones, se difunden desde el anonimato y, en otras, con la voz impune y legitimada de autoridades del propio gobierno, repercutiendo directamente sobre la vida de las personas LGTBIQA+.

Asimismo, subraya que el discurso de odio no es una mera opinión, sino una “estrategia de disciplinamiento social”, y explica que su repetición sistemática, su legitimación desde el discurso oficial y su naturalización en los medios de comunicación generan condiciones propicias para la violencia física, institucional y simbólica.