Ferrxn podría haber sido la segunda eliminada de esta quinta temporada de Drag Race España, pero gracias a Satín Greco, que decidió salvarla en la dinámica del corazón, hemos podido ver más de una de las artistas más talentosas que ha pasado por el Werkroom. La participación de la reina valenciana no solo puso en valor la diversidad cultural del Estado español, sino que abrió un debate sobre la variedad lingüística del país en un formato televisivo que llega a millones de personas.

Su presentación en el Meet the Queens despertó una oleada de reacciones por haber hablado en valenciano. Tal y como nos cuenta en esta entrevista, su intención era hacerle un regalo al público y abrir las puertas de su casa, “para que veas cómo es la realidad de una travesti que trabaja en otro idioma”, explica. Sin embargo, parte de los espectadores vio en este rasgo de su personalidad un motivo de crítica. Esta tensión entre identidad y percepción pública marcó el inicio de un recorrido televisivo en el que la artista demostró que su drag no puede entenderse sin la herencia cultural de su territorio.

Más allá del idioma, Ferrxn destacó por su capacidad humorística, tal y como quedó claro en el Reading Challenge. Su número del Talent Show, La bujía, se convirtió rápidamente en uno de los momentos más comentados de la temporada. La mezcla de sátira y una mirada punzante hacia las estructuras sociales que atraviesan a las personas queer conquistó admiradores desde aquel primer capítulo. Sus confesionales la revelaron como una de las voces más carismáticas del elenco, equilibrando ironía, calma y una aguda observación de sus compañeras.

En esta entrevista, Ferrxn reflexiona sobre todo ello: la polémica lingüística, la escena drag en Valencia, los retos emocionales del concurso y los proyectos que han surgido tras su paso por Drag Race.

Estamos aquí con la embajadora oficial del valenciano en Drag Race España.

Sí que lo soy. (risas)

Tras el estreno del Meet the Queens comentaste en Twitter la reacción que tuvo parte del público al hecho de que hablaste en valenciano.

Fue muy fuerte, porque España es un país multicultural y llevamos cuatro temporadas viendo a muchas reinas de culturas diversas enseñando sus movidas: mucha gente andaluza que muestra lo que es Andalucía para ellas y que tiene un componente cultural muy marcado, y Valencia también tiene lo suyo. Y uno de los componentes culturales más importantes es la lengua, y que al final mucha gente habla ya no solo por el componente político que tiene, sino porque es lo que hablamos en casa. Yo aprendí castellano ya mayor, en mi pueblo no se hablaba castellano. Lo escuchaba en la tele, pero no lo hablaba.

Esta parte de la España bilingüe que no se había mostrado en el programa, para mí era un regalo, era decir: “Esto es lo mío, te abro las puertas de mi casa para que veas cómo es la realidad de una travesti que trabaja en otro idioma”. Porque cuando hablas otro idioma todo se configura de forma diferente. Y después de soltar dos frases un montón de reacciones del tipo “Esto es España, habla español”, y muchos comentarios xenófobos. Y al final es como: “Cari, si es que esto lo vivo en mi día a día”. 

De repente darte cuenta de que gran parte de la comunidad no acepta que muestres tus raíces se sentía súper xenófobo y súper denigrante, cuando para mí más que un statement político es mi realidad. El valenciano, el catalán, el gallego y el vasco están muy politizados por desgracia. En el momento en que hablas una lengua cooficial, ya pareces el enemigo de la patria. Y no caen en que en los pueblos de las comunidades bilingües se habla la lengua cooficial, hasta la gente de derechas habla valenciano. Y fue una sorpresa pensar: “Hostia, fuera de Valencia, fuera de las comunidades históricas, cómo se nos ve, qué miedo se nos tiene”.

¿Hay algo en el drag en valenciano que creas que sea diferente a la escena nacional?

Valencia tiene una cosa que es curiosa, pese a ser la tercera ciudad más grande de España, tiene muy poca movida LGTBIQA+. Hay muy pocos espacios que te permitan desarrollar tu actividad artística. Puedes ser travesti, travesti de restaurante, gogo en una discoteca… pero no es lo mismo que tener un espacio donde desarrollarte como cómica o actriz. No es que sea mejor o peor, simplemente es otra cosa.

Después de la pandemia empiezan a surgir muchos espacios y fiestas autogestionadas en Valencia. Lo guay es que, al final, surge de la necesidad: como no había espacios, cada grupo de amigas ha creado su propio show y cada show tiene su marca de identidad. Cada grupo de travestis tiene una seña muy concreta. Por ejemplo, si tú eres de un grupo que se dedica al burlesque, tú y tus dos amigas sois más burlesqueras. Sin embargo, las vecinas de al lado, que viven en una casa okupa, son unas punkies, y las del restaurante son más cantantes. Lo positivo de no tener espacios es que en Valencia cada travesti tiene un perfil completamente diferente. No hay dos travestis de las que digas: “Mira, se maquillan parecido, son tres twinks con peluca lisa que bailan bien, son tres gordas divertidas…”. Hay una diferenciación muy clara, te ubican, y eso me parece muy interesante.

Creo que La bujía ha sido tu punto más alto del concurso, empezaste por todo lo alto. ¿Cómo se te ocurrió la idea para la canción?

Fue un proceso súper random porque no sabía qué hacer en el talent. De hecho, planteé varios talents: uno era una micro obra de teatro sobre un cumpleaños, otro era un espectáculo de globoflexia, y al final llegué a lo de La bujía, que se me ocurrió en un show. Yo tenía un número de burlesque y, para justificar que me quedaba desnuda, hablaba de que estaba muy cansada, de que solo se nos contrataba a las travestis en verano por el Orgullo, que yo quería que me contratasen todo el año y que estaba harta de ser maricón y quería ser heterosexual. Y que, para ser heterosexual, iba a ser electricista, fontanera… Y de repente un señor del público dijo: “¡Mecánico!”. Entonces me enganché con él y le dije: “No sé lo que es un chasis, ni una bujía, un pistón… no tengo ni idea de nada”. Y él me explicó lo que era una bujía. Me hizo gracia y lo convertí en monólogo.

Un día, volviendo de trabajar con una travesti de las antiguas, pasamos por un hospital y me dijo: “Aquí cuando yo era pequeña hacían terapias de conversión”. Me quedé con la copla y pensé: “Coño, ¿y si lo de la bujía lo convierto en algo relacionado con las terapias de conversión?”. Y empecé a escribir cosas que sin querer rimaban, contacté a mi productor, la producimos rapidísimo… y ahí está.

Otra de las cosas en las que has destacado han sido los confesionales. ¿Te diste cuenta durante el rodaje o cuando viste el programa editado?

Fue una sorpresa a medias. No era la primera vez que trabajaba en televisión, así que entendía cómo funcionan los tiempos y la horizontalidad de los trabajadores. Algo muy importante cuando entras en Drag Race, que se comenta mucho, es eso de “estoy aquí con 11 personas”. No, estás con 11 concursantes, pero personas hay muchas más, y todas estamos al mismo nivel. Creo que era de las pocas que era consciente de esa horizontalidad, por eso me llevaba muy bien con todos.

Esa relación hizo que me abriera más y siempre me decían: “Eres la que está más tranquila, la que más tal y cual”. Obviamente durante el proceso te llegan comentarios de tus confesionales, pero hasta que no lo vi no me di cuenta, porque mis compañeras también son muy divertidas. De repente ver cómo lo capitanéo un poco me ha gustado muchísimo.

¿Cuál fue el mayor reto para ti dentro del concurso?

Cambiar por completo mi ritmo de vida y de trabajo. Cuando entré a grabar ya estaba muy cansada: llevaba dos meses trabajando 12 horas al día, de lunes a domingo, en mi trabajo de humano y en mi trabajo de travesti. Y luego trabajar en un plató sin ventanas, sin consciencia del tiempo porque tampoco hay relojes… que tu cuerpo se acostumbre a todo eso fue lo más complicado.

Pero estás tan centrada en lo que tienes que hacer que se te pasa un poco. Muchas veces lo pensaba y lo hablaba con mis compañeras: cuando actúo, cuando tengo un bolo, estoy tranquila, pero cinco minutos antes me entra algo en el estómago, me pongo nerviosa y pienso: “Ay no, ay no…”. Pero allí era como: “Es que aquí no tengo remedio, ya estoy aquí y lo tengo que hacer sí o sí”. Así que el hecho de estar obligada a hacerlo me tranquilizaba.

Fuiste la primera salvada, creo, en la dinámica del corazón. ¿Cómo se vivió eso en el taller?

Fue tal cual lo visteis, y lo que no visteis fue todavía mejor. Antes de salir a la pasarela, Satín me dio una de las flores de su look y me la puso en la peluca. Yo salí con la flor que ella había llevado en la pasarela anterior y me dijo: “Ponte la flor de madre Graco para que te dé suerte”. Para mí fue un momento muy bonito.

Ese bottom me cayó como un jarro de agua fría. En ese momento no lo sabía, pero ahora, haciendo balance del concurso, las dos veces que he estado en el botón han sido en cosas que yo hago, en lo que me dedico; y en las cosas que no son lo mío he estado siempre entre las mejores. Para mí fue un choque muy grande en el tercer capítulo tener la sensación de que me iba la segunda y además en algo que es lo mío.

En el Untucked me dio un ataque de pánico: me puse a llorar, no había manera de que me consolaran. No porque me fuese, irme me daba igual, yo ya había entrado y estaba muy contenta, sino porque no me parecía justo. Entonces Satín me cogió la mano y no me la soltó hasta que me salvó. Estuvimos una hora y media, dos horas… vete tú a saber, cogidas de la mano. Y para mí eso fue uno de los momentos más bonitos del concurso, porque al final Satín y yo no nos conocíamos de nada, tenemos un drag súper diferente, referentes opuestos… pero aun así supo ver en mí el talento y las ganas de estar ahí. Y eso solo lo hace una grande.

Comentaste en el último episodio que llevas bastante tiempo dedicándote a la improvisación. ¿Qué crees que pasó en ese reto?

Para empezar, no se nos explicó como se explicó en el capítulo. A nosotras no nos dijeron que teníamos que vender el piso, sino que teníamos que interactuar con los objetos del piso. Y cuando acabamos y vieron el desastre, nos enseñaron un vídeo de referencia, un trend de TikTok que se había hecho viral. Y nosotras en plan: “¿Sois conscientes de que no tenemos móvil, verdad? ¿Cómo coño vamos a saber esto?”.

Vale, somos agentes inmobiliarias, puedo asumir que tengo que vender la casa, pero si tú me dices explícitamente que tengo que interactuar con los objetos, yo interactúo con los objetos. Por eso patinamos todas. A mí me jodió porque la noche anterior estuve escribiendo chistes de electrodomésticos toda la noche y no dije ninguno. He pasado estos meses pensando que había sido un desastre caótico, pero creo que de lo malo que fue acabó siendo gracioso. Lo veía y pensaba: “Menudo ridículo estamos haciendo todas” (risas).

¿Qué planes tienes para el futuro de tu carrera?

Proyectos que tengo ahora mismo: trabajar, trabajar y trabajar. Tengo la suerte de que, como ha caído en gracia, también formo parte de Las Jessis. Hemos montado un tour, la primera parte ya está anunciada, la segunda la sacaremos el año que viene y nuestra intención es sacar otra canción.

A nivel individual sigo trabajando en mis proyectos de siempre: con Riures, que es mi productora de comedia, con Canapé Chucrut, que es mi cabaret y aparte todos los bolos en solitario que me están saliendo. Estoy intentando montar una pequeña gira por España para que la gente me pueda conocer, porque lo que hago en el escenario no se ha visto en el concurso. En performance me dedico al burlesque, hacer striptease y me apetece explotarlo un poco más.

Drag Race España temporada 5 se emite todos los domingos en atresplayer en España y exclusivamente en WOW Presents Plus en el resto del mundo.