
Néstor Martín-Fernández de la Torre (1887-1938) nació en Las Palmas de Gran Canaria, en el seno de una familia acomodada. Pronto se trasladó a la península, primero a Madrid, donde inició su formación, y después a Barcelona, donde vivió entre 1907 y 1913, frecuentando círculos modernistas.
También viajó a Londres y Bruselas, y residió en París junto a su pareja, el compositor Gustavo Durán, durante una década. Su estancia en la capital francesa impulsó su proyección internacional, especialmente tras su exposición en la Galería Charpentier en 1930.
En 1934, Néstor regresó a Las Palmas tras su ruptura sentimental y debido a las dificultades económicas provocadas por la crisis de 1929. Murió inesperadamente en 1938 a causa de una neumonía.
Tras su muerte, su figura fue quedando en el olvido y su huella en el arte español se fue desdibujando. Según el comisario de la muestra, Juan Vicente Aliaga, esto se debe a que “el régimen franquista se apropió de su obra y la convirtió en un mero exponente del folclore canario, y también al declive que experimentó el simbolismo, corriente que el artista canario practicó en gran parte de su producción”.
El Museo Reina Sofía presenta la muestra Néstor reencontrado, un siglo después de que el artista expusiera en la Sociedad de Amigos del Arte, actual Biblioteca Nacional en Madrid, con el propósito de redescubrir la obra de un creador poliédrico y arrojar nueva luz sobre una trayectoria excepcional en el contexto sociocultural de su época.

La exposición, que ocupa diez salas en la primera planta del Edificio Sabatini, reivindica el legado del artista a través de cerca de 200 obras que reflejan su versatilidad en distintas disciplinas: pintura en diversos estilos, murales, arquitectura y escenografías teatrales.
La institución lo describe como un “pintor inclasificable, que se movió entre el modernismo, el decadentismo y el simbolismo”, y destaca “la capacidad de Néstor de apartarse de la ortodoxia y cultivar algo inusual en su época: la indefinición de sus figuras, que van más allá de los dos sexos o los dos géneros”, según palabras del comisario Juan Vicente Aliaga.
En la primera sala, dedicada a los inicios del artista, el comisariado resalta la obra Adagio (1903), en la que Néstor aborda el mito griego de Leda y el cisne. En la leyenda, Zeus, transformado en ave, seduce a Leda. En su interpretación, el artista pone el acento en el gesto íntimo de una sonriente Leda, recostada desnuda junto a un estanque, mientras acaricia con ambas manos el cuello del animal.
Epitalamio (o Las bodas del príncipe Néstor) es una de las obras más enigmáticas y relevantes en la trayectoria del pintor. La presentó para exponerse en el Salón de Honor español de la Exposición Universal de Bruselas de 1910, pero el jurado la rechazó por su gran tamaño y temática decadente. La obra causó polémica, aunque finalmente pudo verse en la capital belga.

A primera vista, la obra no contiene elementos provocadores: muestra dos figuras de pie, cogidas de la mano en un jardín. A la izquierda, un retrato del propio Néstor, ataviado con lujosos ropajes, está acompañado por una figura con vestido verde, que sería una versión femenina del propio artista.
El comisario sugiere que la obra retrata los desposorios del artista con las Artes, en un marco donde tres procaces adolescentes desnudos, de reminiscencias botticelianas, ocupan gran parte de la composición. Aunque esta interpretación pudo pasar desapercibida para los menos experimentados, seguramente la irreverencia sexual y el acto de travestismo ofendieron a los más conservadores.
Néstor falleció prematuramente a los 51 años, dejando inacabada su obra más ambiciosa: El poema de los elementos (agua, tierra, aire y fuego). De este proyecto solo llegó a exponerse El poema del Atlántico, compuesto por ocho lienzos. El poema de la tierra, con apenas cinco piezas concluidas, permaneció en gran medida invisible, en parte por su marcado contenido erótico-sexual.
En estas series épicas de gran formato, donde cuerpos masculinos y femeninos se entrelazan en composiciones barrocas y fantásticas, el artista canario explora principios esotéricos de la masonería, un erotismo exuberante y la representación de lo autóctono canario a través de su flora, fauna y la profundidad enigmática de sus aguas. Estas obras, fundamentales en su trayectoria, podrán verse en esta exposición.
Néstor reencontrado
Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía
Hasta el 8 septiembre